Cuando pensamos en cirugía bariátrica, muchos creen que el procedimiento es el final del problema. En realidad, es solo el comienzo de una transformación profunda —física, emocional y mental— que cambia la vida por completo.
La cirugía es una herramienta, no una solución mágica. El éxito a largo plazo depende del compromiso diario con nuevos hábitos alimenticios, actividad física y, sobre todo, con el autocuidado. Es normal sentirse desmotivado algunos días. Lo importante es recordar por qué comenzaste este camino.
Muchos pacientes no anticipan el impacto emocional del cambio corporal. La comida muchas veces ha sido un refugio emocional, y aprender a vivir sin ese “anestésico” requiere trabajo interior. El acompañamiento psicológico, grupos de apoyo o incluso escribir un diario pueden ser claves en esta etapa.
Después de la cirugía, el cuerpo cambia su forma de procesar los alimentos, pero también se abre la oportunidad de reconectar con la comida desde otro lugar: el de la nutrición consciente. Aprender a identificar el hambre real, disfrutar cada bocado y elegir calidad sobre cantidad es parte del proceso.
El ejercicio ya no es un castigo por “comer de más”, sino una forma de celebrar lo que el cuerpo puede hacer. Caminar, nadar, bailar… cualquier forma de movimiento que te haga sentir bien es válida. Lo importante es empezar y mantenerse en movimiento.
Cada experiencia bariátrica es única. Compartir tus logros, frustraciones y aprendizajes puede ayudar a otros en el mismo camino, y también te ayudará a ti a reconocer todo lo que has avanzado. Eres testimonio de que el cambio es posible.